Negrura, una exposición íntima y personal donde explora su relación con los sentimientos, respiración y meditación.

Un ejercicio plástico desarrollado con una sorprendente sensibilidad en el que fusiona con elegancia el arte digital con dibujos a mano de gran destreza e intervenciones con resinas para expresar la danza constante entre sus emociones, miedos y esperanzas mostrando su mente en diferentes escenarios de reflexión y meditación.

 

Su obra es más que una simple representación visual; es una invitación a un viaje interior, acompañando a los pensamientos a salir de la mente con suavidad y elegancia buscando una idílica serenidad espiritual. Inspirada en el proceso de meditación, la obra se sumerge en la negrura de la mente y emerge con claroscuros, como rayos de luz que atraviesan una densa niebla.

 

La negrura es un elemento fundamental en el proceso personal de meditación de Soraya y desempeña un papel central en su obra artística. La elección del negro como parte integral de su proceso creativo es un reflejo de la profunda conexión que encuentra entre su práctica meditativa y la creación artística.

 

En la meditación, la negrura representa para ella el vacío, la quietud y la calma que uno busca encontrar dentro de sí mismo. Es en ese espacio oscuro y silencioso donde se pueden explorar los rincones más profundos de la mente, donde los pensamientos se disipan y se abre paso la claridad mental. Soraya encuentra en esa oscuridad un refugio para la mente.

 

En su obra, la negrura no solo es un elemento estético, sino también un símbolo de este espacio interior. Sus pinturas capturan la esencia de la meditación al representar la mente inmersa en la oscuridad, como si estuviera sumergida en las profundidades de la conciencia. A través de los claroscuros, revela destellos de luz que simbolizan la iluminación y la comprensión que surgen de la introspección.

 

La negrura en su obra actúa como un lienzo en blanco donde los pensamientos y emociones pueden tomar forma y expresarse con libertad.

Es un recordatorio de que la meditación no se trata de huir de la oscuridad, sino de abrazarla como parte integral de la experiencia humana. En la oscuridad, encontramos la base desde la cual la luz puede emerger, y en esa interacción entre sombras y luces, Soraya explora la riqueza y complejidad de la mirada del observador. Así, la negrura en su proceso de meditación y su obra artística se convierte en un medio para explorar la profundidad de la psicología humana en función del observador, para examinar los misterios de la mente y para ofrecer una invitación a los espectadores a sumergirse en su propio viaje interior.

 

Por supuesto, las pequeñas figuras humanas que aparecen en la obra de Soraya son elementos cruciales que añaden profundidad y contraste a su expresión artística. Estas figuras, a menudo diminutas en comparación con el vasto y oscuro que las rodea, juegan un papel significativo en la narrativa visual de su trabajo.

En primer lugar, estas pequeñas figuras humanas representan a los individuos que exploran su propio mundo interior a través de la meditación y la introspección. Son símbolos de la humanidad que busca la serenidad y el entendimiento en medio de la complejidad de la mente. Al ser tan pequeñas en relación con su entorno, sugieren la idea de que cada uno de nosotros es una pequeña parte en el vasto universo de la conciencia y la unidad, pero aún así, somos capaces de encontrar nuestro propio significado y conexión.

 

Además, estas figuras en contraste con la oscuridad resaltan la importancia de la presencia y la atención plena en el proceso de meditación. Mientras que el fondo negro simboliza la mente en reposo o en calma, las figuras representan la activa exploración interior. Están allí para recordarnos que, a pesar de la oscuridad, la mente sigue trabajando, buscando respuestas y buscando la claridad.

 

El contraste entre estas figuras y el entorno oscuro también refuerza la idea de que la meditación no es un escape de la realidad, sino una inmersión profunda en ella. Ellas nos recuerdan que la búsqueda de la serenidad espiritual es un proceso humano y que cada uno de nosotros lleva consigo sus propias experiencias, miedos y esperanzas en ese viaje.

 

A la vez, las sutiles luces en forma de manos emergiendo de la niebla en las obras de Soraya agregan una dimensión intrigante y simbólica a su expresión artística. Estos elementos evocan varias interpretaciones y enriquecen la narrativa visual de su trabajo de la siguiente manera:

 

Transición y transformación: Las manos simbolizan para Soraya la transición o el proceso de cambio. En la meditación y la autorreflexión, a menudo experimentamos momentos de transición en los que dejamos ir viejas formas de pensar o sentimos que estamos en proceso de transformación. Las manos que emergen de la niebla sugieren un cambio gradual y una evolución constante en la comprensión y la percepción.

 

Conexión con lo desconocido: La niebla representa la incertidumbre y lo desconocido. Algunas partes de nuestra psicología pueden estar ocultas en la niebla de la mente, fuera de nuestro alcance consciente. Las manos que emergen simbolizan la búsqueda de conexión y comprensión en estas áreas misteriosas de nuestra conciencia.

 

La acción en la meditación: Las manos son símbolos de acción y participación activa. Mientras que la meditación a menudo se asocia con la calma y la quietud, las manos sugieren que la meditación también puede ser un acto activo de exploración. Representan el esfuerzo consciente de alcanzar una comprensión más profunda.

 

Un viaje intimo entre emociones en la constante travesía de la meditación. En cada trazo, en cada sombra y luz, encontramos una invitación a adentrarnos en nuestro propio viaje interior y descubrir la belleza que yace en la profundidad de nuestra mente.